A veces ocurre que la locura todo lo cura ya que mucha prudencia de lo grande nos ausenta.
La semana pasada hablábamos de la zona de confort y de como por vivir en una ilusión de seguridad nos perdemos la vida.

El hombre moderno aunque por lo general no sufre hondamente sabe poco de lo que es vivir de manera plenamente creativa. En lugar de eso se ha convertido en un autómata angustiado.
Automáticos e inconscientes, sin perspectiva ni conciencia, el hombre light utiliza la evasión como preservativo ante el dolor. Así se protege de la intensidad del presente, y la desilusión es el precio que paga por una adaptación confortable.
La constante conciencia de la inevitabilidad de la muerte es el único medio para adquirir la urgencia para redefinirnos a cada instante.

 

El hombre puede renunciar a todos los placeres que quiera, pero no va a renunciar a su sufrimiento.
El dolor es irrenunciable, estamos aquí para vivir intensamente el presente y si nos anestesiamos y nos acobardamos, nos perdemos la vida genuina y creativa que sin ese toque de locura y de valentía difícilmente se puede alcanzar.

Por eso hoy hago desde aquí una oda a las locuras que todo lo curan, a las decisiones que cambian rumbos, a los valientes que salen de su comodidad para volar hacia nuevos horizontes.

Hoy me gustaría recordaros que a veces lo más loco es lo más cuerdo, que en ocasiones lo más sensato es lo más negligente. Y que si alguno de vosotros está atascado, pegado o bloqueado en una situación con sabor a desilusión, si alguno de vosotros no está satisfecho con la vida que tiene … si sientes esta decepción y falta de motivación : no lo dudes, respira , contacta con tu corazón y sin vacilar dale la vuelta a la vida como si fuera un calcetín.


Si quieres disfrutar del placer de la vida prueba a vivir intensamente tu presente y a seguir  lo que tu sensación más auténtica te diga.
Tú tienes el timón del barco. ¿Redireccionamos?

Sara Hernández Psicóloga Humanista

www.sarahuman.com

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