paciencia

No hay protección como la paciencia. Vivimos rápido, automatizados. En muchas ocasiones nos vivimos estresados y angustiados.

 

A veces nos repetimos mentalmente que la vida es un segundo que hay que vivirla con menos seriedad.

 

Pero el automático se dispara y cada cual con su preocupación: que si no tengo el trabajo que quiero, que si el amor de mi vida no llega, que si la pareja que tengo tiene tal defecto o cualquiera que sea la queja por no tener inmediatamente lo que uno desea.

 

Y aunque tengamos un momento de conciencia, la mayor parte de nuestra energía se desperdicia con basura mental y pensamientos irreales.

 

Ocurre que al final casi todas las cosas terminan remediándose. Incluso la muerte se soluciona cuando la aceptamos.

 

Es una cuestión de conciencia y de actitud. De saber que lo importante es vivir en nuestra esencia o lo más cerca de ella. Y Saber que si aún no tengo clara la dirección y menos el sentido de mi vida, aun así, cualquier situación tiene sentido, y que vivir sin prisas es la clave, porque no hay protección como la paciencia.

 

La paciencia me cura de los caprichos del ego, de la dominación de sus angustias y del temblor de su inseguridad.

 

La vida es inseguridad y sólo con paciencia puedes disfrutar de este corto viaje que has emprendido.

Cuando tengas paciencia infinita, tendrás resultados inmediatos.

 

Sara Hernández Psicóloga Humanista

www.menteyterapia.com

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