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Los métodos clásicos de economía de fichas o “el juego de las pegatinas” consisten en un tablero con pegatinas en donde se registra el comportamiento del niño y los premios que obtiene cuando no se comporta como los padres esperan.
Por ejemplo en un niño que exhibe rabietas, se va modelando la conducta de vestirse y desayunar sin oponerse antes de ir al colegio. Con pegatinas en su cuadro semanal y premios al terminar la semana es como se va usando este método de modificación de conducta.
Ocurre que muchísimas veces esto no es suficiente para terminar con una conducta no deseada y es que el comportamiento del niño es sólo la punta del iceberg del sistema familiar. Si sólo nos centramos en erradicar las conductas que son incomodas para los adultos no estamos fomentando un clima educativo para ninguno de los miembros de la familia, incluidos a los padres.
Algunos errores que se cometen con los niños son:
1. Los padres se enfocan en eliminar las conductas negativas en vez de enfocarse en incrementar las conductas positivas.
Es más fácil para un niño concentrarse en algo que él puede hacer muy bien en vez de concentrarse en evitar otras conductas. Sin esta alternativa creativa estamos capando la propia creatividad del niño y nuestra confianza en su personita y además corremos el riesgo de sustituir la primera conducta incomoda por otra también incomoda ej : ya no tiene rabietas pero ahora se pelea con el hermano.

2. A veces los padres están muy ocupados y la tabla no se adapta a la disposición de los padres. Ocurre que de primeras podemos cometer el error de poner objetivos demasiado pretensiosos para todos . Todos necesitamos un tiempo para cambiar nuestros hábitos y nuestros niños se merecen ese intervalo de paciencia y fe en ellos.

3. Otro error puede ser no recompensar los intentos fallidos que hace el niño, si por ejemplo un niño está aprendiendo a pedir pi pi y falla, su intención y su motivación por aprender a detectar su vejiga llena también deben ser apremiados.

En todo caso lo importante es darle espacio al niño para que se exprese y que no se sienta un extraño en medio de una terapia de pegatinas y recompensas.

En contra de lo que solemos pensar ellos contactan muy bien con sus experiencias, si creamos el ambiente que se lo permita.
Y lo más importante es que los padres o tutores miren hacia dentro de sí mismos para ver cómo fomentan y mantienen ellos esa conducta indeseada ya que:

Si los niños conviven con las críticas, aprenden a condenar.

Si los niños conviven con la hostilidad, aprenden a pelearse.

Si los niños conviven con el miedo, aprenden a ser cobardes.

Si los niños conviven con la compasión, aprenden a compadecerse de ellos mismos.

Si los niños conviven con el ridículo, aprenden a ser tímidos.

Si los niños conviven con la celosía, aprenden lo que es la envidia.

Si los niños conviven con la vergüenza, aprenden a sentirse culpables.

Si los niños conviven con la tolerancia, aprenden a ser pacientes.

Si los niños conviven con el elogio, aprenden a valorar.

Si los niños conviven con la aprobación, aprenden a gustarse a sí mismos.

Si los niños conviven con la aceptación, aprenden a encontrar el amor en el mundo.

Si los niños conviven con el reconocimiento, aprenden a tener un objetivo.

Si los niños conviven con la generosidad, los niños aprenden a dar.

Si los niños conviven con la sinceridad y el equilibrio, aprenden lo que son la verdad y la justícia.

Si los niños conviven con la seguridad, aprenden a tener fe en sí mismos y en los que les rodean.

Si los niños conviven con la amistad, aprenden que el mundo es un lugar bello para vivir.

Si los niños conviven con la serenidad, aprenden a tener paz mental.

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Sara Hernández Psicóloga Humanista
www.menteyterapia.com
#PsicoterapiaenIbiza