En el día a día y sobre todo cuando vamos bajos de energía, cuando tenemos muchas obligaciones con el trabajo, con la familia o cuando estamos bajos de ánimo, es muy fácil dejar de lado las buenas intenciones y los objetivos de salud que nos marcamos.

Está claro que es más rápido no pensar tanto y comer cualquier cosa, aprovechar los restos de los niños o dormir un poco más en vez de ir a caminar o hacer nuestra rutina deportiva.

La cuestión es la motivación y sobre todo tener las prioridades claras. Y es que en realidad solo es un pequeño esfuerzo al principio y sobre todo con la ayuda de un profesional, la mejoría va in crescendo y se va contagiando a otras dimensiones de la vida y también se contagia como una gripe a los que tenemos alrededor.

Hoy apunto con este articulo al valor del respeto, a reflexionar con calma sobre este concepto. El respeto es armonía y es vibrar en el agradecimiento y en la abundancia.

Uno de los motivos por el que plantearse y cumplir un objetivo de salud (por ejemplo, dar un paseo de 45 min diario) es el respeto por el cuerpo que tenemos, que es nuestro vehículo para vivir, es un regalo y es asombroso en cada una de sus células.

Somos un todo y tan importante es cuidar lo que comemos como cuanto nos movemos como las otras cosas que nos vamos tragando por la vida. Tan importante es movilizar el cuerpo, ejercitar los músculos, como ejercitar una buena vida emocional y estar cognitivamente despiertos.

Si yo me respeto a mí mismo y respeto la oportunidad de estar aquí, no podre fallarme, no me abandonare porque estaré abandonando al ser humano que me toco cuidar.

El respeto por mis emociones y sensaciones, la aceptación de lo que pienso, de lo que temo y el respeto por el cuerpo que me transporta tiene que ser la música en la que bailen todos los días de mi vida.

Si vibramos en este respeto será imposible que los demás abusen de nosotros, quizá algunos se atrevan faltarnos, pero solo serán espejos que nos den pistas de algo que todavía resuena cierto abandono en nuestro interior.

El bienestar físico el emocional y el mental van de la mano y también ocurre que cuando nos sentimos bien nace en notros la necesidad de hacer más cosas, de contagiarles a los demás nuestras ganas de vivir, de experimentar y transcender, es decir de darle sentido a nuestros días.

No solo hacemos nutrición, estamos aprendiendo a respetar nuestro cuerpo buscando su equilibrio en todos los niveles.

Nuestro cuerpo es la única casa que tenemos para vivir, por eso es nuestra responsabilidad respetarlo, nutrirlo y amarlo.

Podemos amarlo de muchas maneras: darle placeres también es amarlo, somos humanos, hay que disfrutar plenamente de esta oportunidad de VIVIR en mayúsculas. Es un milagro ser los dueños de un cuerpo tan perfecto ¡Qué locura negarle el trato que se merece!

 Sara Hernández Psicóloga Humanista

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