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La gratitud nos ilumina el camino, nos llena de alegría, humildad y nos proporciona la madurez psicológica que favorece la comprensión y el discernimiento. Si aprendo a agradecer, la vida cambia en instantes, el cuerpo rejuvenece me lleno de serenidad y me abro a la abundancia. Y entonces paro y respiro despacio, observo como entra el aire en mí y haciéndome consciente cada molécula de oxigeno que entra, me siento agradecida por que eso suceda, cada músculo, cada órgano, cada célula, sin que yo haga nada, vela por mi vida. Mi cuerpo, me guste más o menos me duela algo o no, es mi vehículo para aprender en este viaje y refleja la inteligencia de cada partícula. Si tengo una enfermedad mi cuerpo me está contando una interesante historia, si me siento mal me cuenta otro cuento….la clave es aceptar con el alma y agradecer con todo el corazón. Tu mente e incluso el ego que te marea, cada conexión de ideas, cada recuerdo y cada esquema aparecen como un regalo de la naturaleza. Agradece la vida que te rodea, las infinitas posibilidades y los rostros de quienes te acompañaron en el viaje. Todo está ahí delante para que Tú, el observador, lo veas y disfrutes en el más íntimo presente que puedas tener contigo mismo. Para que dar las gracias ya no sea una palabra vacía, para que agradecer la vida propia y la de los demás sea aptitud, debemos tomarnos el pulso, tomar conciencia de todo lo que tengo: a nivel material, a nivel intelectual, social y molecular…todo lo que quieras!! Agradece con autenticidad cada cosa que se te haya dado y pasea esa sensación por tu cuerpo y hazlo siempre que te acuerdes. La inmensidad de lo que puedes conseguir pasa por este pequeño gesto que sin duda cambia la vida de quien lo emprende y cambia la sociedad de quien lo enseñe. La píldora para los mil males: se agradecido con todo tu corazón y llena tu pensamiento de agradecimiento. Amigos, gracias de todo corazón.
Sara Hernández psicóloga Humanista