1439949879577292 Es bueno aprender a perdonarse ya que en realidad no hay nada que perdonar.

Si me encuentro en un estado de tristeza, de duda crónica, de rabia.. y este estado se enquista en mí, el primer paso es aprender de lo que mi organismo me está hablando.

La clave puede ser sacar la creatividad de las entrañas para aprender de la experiencia, que el dolor cumpla su función, incluso el dolor que no era necesario fruto de una mala gestión del pensamiento.

Las emociones son como la caja de luces de un coche, nos dicen que algo no va bien, que por ejemplo: «me he sentido desgastado después de una conversación con tal persona»o «me siento incómodo ante estas personas», en casos así ocurre que algo de mi energía se fué en ese momento y mi inconsciente me manda señales para que me cuide de esa persona.

O quizá ocurra lo contrario y en nuestra caja de luces se encienda otra señal al terminar de hacer una actividad o de conversar de algo, y entonces, me siento sereno, pleno, en paz. Si siento una alegría serena, si me digo que: «esta genial esto que vivo», nuestra caja emocional nos dice que estamos en el camino que realmente deseamos.

descarga (3)

Si en vez de huir de la rabia, la avaricia o la envidia o de cualquier emoción que siento, me permito experimentarlas, si dejo que mi cuerpo me hable podré escuchar que necesidad subyace a esta reacción de mi cuerpo y mi mente. Y así cerrar la Gestalt, cerrar el círculo y dar satisfacción a aquello que mi persona necesita. En realidad tal y como está construida nuestra manera de percibir, este cerebro que analiza y recuerda y se proyecta al futuro, este neocortex que anticipa y que resiente viejas experiencias… es un organismo sagrado que en todo su esplendor se relaciona consigo mismo mandandose señales para su correcta autogestión. El cerebro humano, el cuerpo entero y cada una de sus células, desde el ADN hasta las bacterias que habitan en él, es una creación perfecta, maravillosa y digna de amor y de valor. ¿Te atreves a percibir asi?

Sara Hernández Psicóloga Humanista